¿Qué pasó? ¿Por qué se encerró? ¿Por qué veía tan feo su derredor y no podía extrapolar a la vida su ser interior? Y una vez sabido todo eso… ¿Cómo la sacaría?, si ella, tan hermética, hasta se olvidó de que a veces necesitamos respirar.
Tal vez por eso intentaba aislarse taponando todos sus poros
con entes melódico-armónicos que, consideraba, la sanaban; tal vez por eso
enfrascaba su mente en una lectura profunda y atrapante, que la liberaba a un
mundo de realidades más venturosas, utópicas, y tal vez por eso siempre que
tenía lápiz, papel y oportunidad esbozaba habitaciones sin puertas, donde la
puerta (cerrada o abierta) era el espectador.
Cuando algo salía mal o cuando algo le dolía bastaba llorar
un rato – a veces horas - y volver a
intentarlo u olvidarlo, dependiendo de la situación; bastaba limpiarse, vaciarse
de tanta podredumbre externa, superficial, para que su alma se sintiera un poco
mejor.
Amaba casi todo el tiempo ser quien era, sin embargo, se sentía
tan lindada y fuera de contexto, porque adentro tenía bondad y afuera se
hallaba envuelta en una cotidianidad alternante de indiferencia y hostilidad.
Sé todo esto porque la vi; atisbé su rostro aquella primera
vez que dijo que sola estaría mejor y con certeza sé que sus ojos decían que su
boca mentía. Pero como tenía una linda sonrisa, en ese momento su mentira pasó
desapercibida.
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